Les primeres hores que vaig passar amb en Roc a sobre van transformar la meva idea del que significaven els nadons. Estàvem en contacte total dia i nit i ell semblava tan còmode, tan a gust, mamava aferrissadament i es quedava adormit a sobre meu amb aquella respiració tan pausada… Un mar de carícies, escalfor, aquella humitat… Era al·lucinant el que sentia en aquells moments, tenia als braços aquell petit paràsit que havia estat nou mesos a la panxa i ara, un cop a fora, continuava enganxat a mi com una paparra sense donar-me cap treva!
Cap treva! La primera nit a l’hospital, si em desenganxava un segon d’ell, per anar al lavabo, xisclava desesperat. No el podia calmar ningú, ni el seu pare, semblava que m’estava dient a crits: Mama, només et vull a tu i ha de ser ara mateix!!! I punt!!!
I davant d’aquell missatge tan clar de necessitat constant de contacte, vaig entendre que el meu fill només em volia a mi. Ni bressol, ni cotxet, ni moisès, ni hamaca, només els braços i la teta de la mama!
Acceptar aquesta realitat és tot un repte, embarassada t’imagines que el teu bebè dormirà al bressol, que aprofitaràs les hores que dorm per a fer coses, que el portaràs a passeig al cotxet i mentre dorm faràs un cafè amb les amigues tranquil·lament… No t’imagines mai amb el nen a sobre absolutament TOTES les hores del dia! Doncs si, passa així i això és el més normal, el que no ens expliquen a les revistes, ni a les pel·lícules, ni enlloc!
I et diuen: Aquest nen és d’alta demanda! I jo penso: No serà que els adults tenim baixa tolerància?
L’ésser humà neix absolutament dependent i immadur. La gestació de l’ésser humà no acaba en el moment del part. Això us ho explico en aquest post, que parla d’exterogestació i de la necessitat de ser portejat.
I plorar? Doncs si noies i nois! Els bebès ploren, i molt! És la seva manera d’expressar-se, l’única que tenen per a comunicar. Els adults tenim tolerància zero al plor dels nadons, s’activen en el nostre cervell totes les alarmes quan sentim plorar un nen, és per això que el plor se’ns fa tan desagradable. És una qüestió de naturalesa, el bebè plora per sobreviure i l’adult té la necessitat de calmar-lo perquè està programat així. Sinó com us penseu que l’espècie humana ha sobreviscut tants anys? Creieu que a l’època del Paleolític les mares deixaven a les seves cries plorant a la cova? No haurien sobreviscut. Separar al nadó de la seva mare és un invent de la societat occidental, som els únics en dormir separats dels nostres fills.

En la meva opinió, tot el que sigui no tenir en compte aquesta premissa és anar a contra natura. No vull entrar en explicar mètodes conductistes com el famós Mètode Estivill que crec que tots coneixeu… Però procurar que un nadó “aprengui” a dormir sol a força de deixar-lo plorar va totalment en contra de la meva manera d’entendre el respecte cap als altres. A més, cal dir, que el famós mètode que assegura “ensenyar” als nadons a dormir sense plorar, no fa més que ensenyar-los a no reclamar l’atenció dels seus pares. Aprenen a no plorar perquè no obtenen resposta i finalment s’adormen sols. Per molt que aquests mètodes s’amparin darrere dels conceptes “pedagogia” i “ciència”, no són més que adoctrinaments de l’infant, cap científic respectable recomanaria deixar plorar a un nadó. Voleu més raons?
Llegint La Crianza Feliz de Rosa Jové, una lectura que us recomano moltíssim, vaig trobar-me amb un text que m’agradaria compartir aquí i que trobo imprescindible que tothom llegeixi:
LA DECLARACIÓN SOBRE EL LLANTO DEL BEBÉ
Hace unos años, un grupo de expertos (psicólogos, pediatras, matronas, profesores, etcétera), alarmados ante la falta de sensibilidad al llanto infantil que provocaba tanto sufrimiento a los niños y deterioraba la capacidad de comunicación del bebé, redactaron y firmaron la declaración del llanto de los bebés. Esta declaración, que ha sido distribuida desde numerosos centros sanitarios y educativos, explica de una forma clara por qué no debe dejarse llorar al bebé. El texto íntegro dice así:
Hombres y mujeres, científicas y profesionales que trabajamos en distintos campos de la vida y del conocimiento, madres y padres preocupados por el mundo en el que nuestros hijos e hijas van a crecer, hemos creído necesario hacer la siguiente declaración:
Es cierto que es frecuente que los bebés de nuestra sociedad occidental lloren, pero no es cierto que sea normal. Los bebés lloran siempre por algo que les produce malestar: sueño, miedo, hambre o, lo más frecuente y que suele ser causa de los anteriores, la falta de contacto físico con su madre u otras personas del entorno afectivo.
El llanto es el único mecanismo que los bebés tienen para hacernos llegar su sensación de malestar, sea cual sea la razón del mismo; en sus expectativas, en su continuum filogenético no está previsto que ese llanto no sea atendido, pues no tienen otro medio de avisar sobre el malestar que sienten ni pueden por sí mismos tomar las medidas para solventarlo.
El cuerpo del bebé recién nacido está diseñado para tener en el regazo materno todo cuanto necesita, para sobrevivir y para sentirse bien: alimento, calor, apego. Por esta razón, no tiene noción de la espera, ya que, estando en el lugar que le corresponde, tiene a su alcance todo cuanto necesita. El bebé criado en el cuerpo a cuerpo con la madre desconoce la sensación de necesidad, de hambre, de frío, de soledad, y no llora nunca. Como dice la norteamericana Jean Liedloff en su obra El concepto del continuum, el lugar del bebé no es la cuna ni la sillita ni el cochecito, sino el regazo humano. Esto es cierto durante el primer año de vida y los dos primeros meses de forma casi exclusiva (de ahí la antigua famosa cuarentena de las recién paridas). Más tarde, los regazos de otros cuerpos del entorno pueden ser sustitutivos durante algún rato. El propio desarrollo del bebé indica el fin del periodo simbiótico: cuando se termina la osificación y el bebé empieza a andar. Entonces, empieza poco a poco a hacerse autónomo y a deshacerse el estado simbiótico.
La verdad es obvia, sencilla y evidente.
El bebé lactante toma la leche idónea para su sistema digestivo y además puede regular su composición con la duración de las tetadas, con lo cual el bebé criado en el regazo de la madre no suele tener problemas digestivos.
Cuando la criatura llora y no se le atiende, llora con más y más desesperación porque está sufriendo. Hay psicólogos que aseguran que cuando se deja sin atender el llanto de un bebé más de tres minutos, algo profundo se quiebra en la integridad de la criatura, así como la confianza en su entorno.
Los padres, que hemos sido educados en la creencia de que es normal que los niños lloren y de que hay que dejarles llorar para que se acostumbren y que, por ello, estamos especialmente insensibilizados para que su llanto no nos afecte, a veces no somos capaces de tolerarlo. Como es natural, si estamos un poco cerca de ellos, sentimos su sufrimiento y lo sentimos como algo propio. Se nos revuelven las entrañas y no podemos consentir su dolor. No estamos del todo deshumanizados. Por eso, los métodos conductistas proponen ir poco a poco, para cada día aguantar un poquito más ese sufrimiento mutuo. Esto tiene un nombre común, que es la administración de la tortura, pues es una verdadera tortura la que infligimos a los bebés, y a nosotros mismos, por mucho que se disfrace de norma pedagógica o pediátrica.
Varios científicos estadounidenses y canadienses (biólogos, neurólogos, psiquiatras, etcétera), en la década de los noventa, realizaron diferentes investigaciones de gran importancia en relación con la etapa primal (inicial) de la vida humana. Demostraron que el roce piel con piel, cuerpo a cuerpo, del bebé con su madre y demás allegados produce unos moduladores químicos necesarios para la formación de las neuronas y del sistema inmunológico. En definitiva, que la carencia de afecto corporal trastorna el desarrollo normal de las criaturas humanas. Por eso los bebés, cuando se les deja dormir solos en sus cunas, lloran reclamando lo que su naturaleza sabe que les pertenece.
En Occidente se han creado en los últimos cincuenta años una cultura y unos hábitos, impulsados por las multinacionales del sector, que elimina este cuerpo a cuerpo de la madre con la criatura y deshumaniza la crianza. Al sustituir la piel por el plástico y la leche humana por la leche artificial, se separa más y más a la criatura de su madre. Incluso se han fabricado intercomunicadores para escuchar al bebé desde habitaciones alejadas de la suya. El desarrollo industrial y tecnológico no se ha puesto al servicio de las pequeñas criaturas humanas, llegando la robotización de las funciones maternas a extremos insospechados.
Simultáneamente a esta cultura de la crianza de los bebés, la maternidad de las mujeres se medicaliza cada vez más; lo que tendría que ser una etapa gozosa de nuestra vida sexual se convierte en una penosa enfermedad. Entregadas a los protocolos médicos, las mujeres adormecemos la sensibilidad y el contacto con nuestros cuerpos, y nos perdemos una parte de nuestra sexualidad: el placer de la gestación, del parto y de la exterogestación, lactancia incluida. Paralelamente las mujeres hemos accedido a un mundo laboral y profesional masculino, hecho por los hombres y para los hombres, y que, por tanto, excluye la maternidad; por eso la maternidad en la sociedad industrializada ha quedado encerrada en el ámbito privado y doméstico. Sin embargo, durante milenios la mujer ha realizado sus tareas y sus actividades con sus criaturas colgadas de sus cuerpos, como todavía sucede en las sociedades no occidentalizadas. La imagen de la mujer con su criatura tiene que volver a los escenarios públicos, laborales y profesionales, so pena de destruir el futuro del desarrollo humano.
A corto plazo parece que el modelo de crianza robotizado no es dañino, que no pasa nada, que las criaturas sobreviven; pero científicos como Michel Odent (1999 y www. primalhealth.org), apoyándose en diversos estudios epidemiológicos, han demostrado una relación directa entre diferentes aspectos de esta robotización y las enfermedades que sobrevienen en la edad adulta. Por otro lado, la violencia creciente en todos los ámbitos tanto públicos como privados, como han demostrado los estudios de la psicóloga suizo-alemana Alice Miller (1980) y del neurofisiólogo estadounidense James W. Prescott (1975), por citar sólo dos nombres, también procede del maltrato y de la falta de placer corporal en la primera etapa de la vida humana. Asimismo hay estudios que demuestran la correlación entre la adicción a las drogas y los trastornos mentales, con agresiones y abandonos sufridos en la etapa primal. Por eso, los bebés lloran cuando les falta lo que se les quita; ellos saben lo que necesitan, lo que les correspondería en ese momento de sus vidas.
Deberíamos sentir un profundo respeto y reconocimiento hacia el llanto de los bebés, y pensar humildemente que no lloran porque sí, o mucho menos, porque son malos. Ellas y ellos nos enseñan lo que estamos haciendo mal.
También deberíamos reconocer lo que sentimos en nuestras entrañas cuando un bebé llora; porque pueden confundir la mente, pero es más difícil confundir la percepción visceral. El sitio del bebé es nuestro regazo; en esta cuestión, el bebé y nuestras entrañas están de acuerdo, y ambos tienen sus razones.
No es cierto que el colecho (la práctica de que los bebés duerman con sus padres) sea un factor de riesgo para el fenómeno conocido como muerte súbita. Según The Foundation for the Study of Infant Deaths, la mayoría de los fallecimientos por muerte súbita se producen en la cuna. Estadísticamente, por lo tanto, es más seguro para el bebé dormir en la cama con sus padres que dormir solo (Ángel Álvarez, http://www.primal.es).
Por todo lo que hemos expuesto, queremos expresar nuestra gran preocupación ante la difusión del método propuesto por el neurólogo E. Estivill en su libro Duérmete niño (basado a su vez en el método Ferber divulgado en Estados Unidos) para fomentar y ejercitar la tolerancia de los padres al llanto de sus bebés. Se trata de un conductismo especialmente radical y nocivo teniendo en cuenta que el bebé está aún en una etapa de formación. No es un método para tratar los trastornos del sueño, como a veces se presenta, sino para someter la vida humana en su más temprana edad. Las gravísimas consecuencias de este método han empezado ya a ponerse de manifiesto.
Necesitamos una cultura y una ciencia para una crianza acorde con nuestra naturaleza humana, porque no somos robots, sino seres humanos que sentimos y nos estremecemos cuando nos falta el cuerpo a cuerpo con nuestros mayores. Para contribuir a ello, para que tu hijo o tu hija deje de sufrir YA, y si te sientes mal cuando escuchas llorar a tu bebé, hazte caso; cógele en brazos para sentirle y sentir lo que está pidiendo. Posiblemente sólo sea eso lo que quiere y necesita, el contacto con tu cuerpo. No se lo niegues.
Como afirma Michel Odent, «cuando un recién nacido aprende en una sala de nido que es inútil gritar… está sufriendo su primera experiencia de sumisión».
Aquí termina el texto íntegro de la declaración sobre el llanto del bebé. Creo que vale la pena mostrar este documento porque es un reconocimiento a la labor de las personas que lo redactaron y porque cuando una cosa está bien hecha es muy difícil hacerla mejor.
Després de llegir això em vaig convèncer encara més que no volia que en Roc plorés sol, que el millor lloc per dormir era amb nosaltres, que per molt que la gent em digués que no passava res per deixar-lo plorar jo el consolaria amb braços, amb teta, a coll… Durant hores, moltes hores! No m’importava quan de temps hi dedicaria, només volia acompanyar-lo sempre i així ho vam fer i encara ho fem ara.
No tingueu por d’agafar als vostres fills, no us prenen el pèl, no us manipulen, només necessiten amor i contacte per a créixer sans i feliços!

Quan descobreixes que els plors s’acaben amb el contacte permanent respires alleujada, hi ha moments d’angoixa, que ploren i no saps per què, moments que no es calmen de cap manera… Cal acompanyar-los, no deixar-los sols.
I els famosos còlics? Solen venir de nit, moltes vegades pensem que són mals de panxa i no són més que la manera que tenen els nostres nens d’expressar el seu estrès acumulat al llarg del dia.
Molt important! Un nen sa està programat per: Mamar, dormir i despertar durant toooota la nit. Quantes vegades? Depèn de cada nen. Fins quan? Jo encara no tinc la resposta i en Roc té 14 mesos.
A més, va a èpoques, quan notes que passa una temporada que dormen més seguit, de cop comencen a despertar més sovint i et desesperes!!! Keep calm! Això és degut a les fases dels son! Lectura molt recomanable: Dormir Sin Làgrimas de Rosa Jové.
El son és un procés maduratiu i no es pot ensenyar, tots els nadons saben dormir, només necessiten fer-ho sentint-se segurs que no seran abandonats.
I us diré un secret! He escrit tot el post d’una tirada sense que en Roc es desperti! Ànims que tot arriba! Iupi!!!!!
Happy Blogging! ;)